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Álvaro Lozano Gutiérrez, nacido en Bogotá d. c. Colombia en 1978. Realizó estudios de filosofía en la Universidad Pontificia Bolivariana de Medellín. Desde el año 2010 hace parte del Colectivo Literario Surgente, Letras informales y el Cine Club Caldo Diojo. Actualmente se desempeña como docente de secundaria. Finalista en el Premio Nacional de Crónica Ciudad Paz (2018). Ganador del concurso de cuento corto latinoamericano (2017) con el relato ‘Esta tierra que habitamos’; y del Concurso Letras Diversas, Revista Goliardica (Medellín, 2001) con la crónica ‘La bohemia’. Finalista del concurso Bogotá en 100 Palabras con el relato "Encuentro". Colaborador habitual del Periódico Periferia Prensa Alternativa y del Taller de Formación Estudiantil Raíces TJER de la Universidad Distrital Francisco José de Caldas en Bogotá. Publicado en variados medios impresos y digitales en Colombia y América Latina.

domingo, 22 de enero de 2017

PERROS DE LA RESERVA (Crítica)




Título original: Reservoir Dogs.
Año: 1992.
País: EEUU.
Dirección: Quentin Tarantino.
Guión: Quentin Tarantino.
Fotografía: Andrzej Sekula.
Música: Varios.
Reparto: Tim Roth, Harvey Keitel, Chris Penn, Steve Buscemi, Michael Madsen, Lawrence Tierney, Randy Brooks, Kirk Baltz, Edward Bunker, Quentin Tarantino, Burr Steers.
Productora: Live Entertainment / Dog Eat Dog Productions.
Sinopsis: Una banda organizada es contratada para atracar una empresa y llevarse unos diamantes. Sin embargo, antes de que suene la alarma, la policía ya está allí. Algunos miembros de la banda mueren en el enfrentamiento con las fuerzas del orden, y los demás se reúnen en el lugar convenido..
Género: Thriller.


LA ESTÉTICA DE LA VIOLENCIA.

Los años noventa habían presenciado el agotamiento de la llamada generación de los  “Chicos amados de Hollywood” conformada por Coppola, Scorcese, De Palma y Spiberg. El cine que reflejaba la gente común, heredero tanto de las vanguardias europeas como del inconformismo de una generación de jóvenes directores, dio paso a mega producciones que basaban su propuesta en criaturas venidas del espacio, monstruos sanguinarios y héroes llenos de músculos que salvaban la civilización occidental de su enemigo comunista.

Dos hechos aparentemente fortuitos estaban a punto de cambiar este panorama generando un movimiento conocido como “cine Indi” o “cine independiente”. Robert Redford crea la escuela de cine y festival de Sundance en el poblado de Park City, cerca de Salt Lake City, la capital del estado de Utah. Su intención  era reunir a nuevos directores por fuera del circuito comercial y generar propuestas estéticas más cercanas al cine de ensayo y autor. Por otro lado los hermanos Harvey y Bob Weinstein fundan MIramax, que comenzando como una distribuidora de todo tipo de películas (especialmente aquellas que real o virtualmente tuvieran alguna referencia erótica), terminará siendo la compañía que más proyectos de nuevos directores ha producido, llevándolas de un público especializado a las grandes salas.


En este ambiente un joven dependiente de una tienda de videos en Manhattan Beach haría su aparición con la película Reservoir Dogs en 1992, su nombre era Quentin Tarantino. 

El guion transcrito totalmente a máquina llega a a manos de Harvey Keitel quien además de protagonizar hará las veces de productor, haciendo posible la realización del este proyecto cinematográfico.

La película da inicio en una cafetería donde solo tangencialmente se habla de un asalto, que será en ultimas el eje central del filme aunque nuca sea mostrado en la pantalla. Pero la conversación se centra en otro punto “No creo en la propina”  es el dialogo que a través de varios minutos del metraje será desarrollado por Steve Buscemi. Está será una de las primeras marcas del director y que aparecerá en sus subsecuentes filmes. Largos diálogos en torno a aparentes temas banales, o por lo menos no relacionados directamente con la trama, que dan lugar a estallidos de violencia, a sangrientas tomas llenas de crudeza que sin embargo configuran toda una estética en torno al tema de la muerte.

Tarantino, educado en los cines de barrio de los años setentas atesorará grandes momentos visuales de las películas de Kung Fu y de los Spaguetti Western consideradas subgéneros o simplemente cine de serie B para consumo en programas de doble función. La escena de la oreja cortada   viene de Django de Sergio Corbucci (1966), donde solo cambia la música y el detalle, ya de culto, del baile del psicota interpretado por Michael Madsen. Los trajes de los asaltantes evocan la estética de los Yakuza-eiga de kinji Fukasaku, donde las historias de violencia son llevadas más allá  del Bushido o código del samurái y narran la vida cotidiana de los bajos fondos en el Japón azolado por las guerras entre mafias locales.


La concepción fatalista de los protagonistas tiene sin duda una influencia en  Jean-Pierre Melville, maestro del polar francés,  cuyos filmes complejizan  a los personajes para poder llevarlos por el camino de la tragedia. Alain Delon de manera hierática se dirige hacia la muerte por que pertenece a otros tiempos, a otro código de moral, es un Samurai. Havey Kaitel no tiene más escapatoria que la de matar a quien desde el principio lo ha traicionado, perdiendo así  la vida, pero ganando la redención.

Tarantino ha llegado al cine con  un Collage visual convertido en obra de arte.
                                      
 Álvaro Lozano Gutiérrez





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