Las palabras ya no llegan aleteando
se arrastran impuras
como ángeles caídos
como insectos terribles
como tábanos rencorosos
como asma después de una lluvia malsana.
Las palabras ya no juegan entre ellas
se aíslan temblorosas entre hojas blancas
muerden el tiempo
infectan la memoria
son la enfermedad ennegrecida
de dioses sin pirámides ni templos.
Y los poetas no son más que verdugos
mercaderes intentando recrear el mundo
bitácoras sin puerto
ciudad sin estrellas
los poetas son nigromantes
de una liturgia perdida.