Para mí, la comedia y la violencia tiene
muchas cosas en común. Así como se espera,
la comedia siempre se esconde detrás
de la más inesperada de las circunstancias.
Título original: Autoreiji,
Año: 2010.
País: Japón.
Dirección: Takeshi Kitano
Guión: Takeshi Kitano.
Fotografía: Hitoshi Takaya. Musica:Keiichi
Suzuki.
Reparto: Beat Takeshi (Takeshi Kitano),
Tomokazu Miura, Kippei Shiina, Ryo Kase, Soichiro Kitamura, Renji Ishibashi,
Jun Kunimura.
Productora: Warner Bros. Pictures.
Género: Yakuza-eiga.
Sinopsis: Varios clanes yakuza se enfrentan
en una lucha implacable por alcanzar el poder y la protección del Padrino.
Durante muchos años, Otomo ha visto cómo progresaban sus colegas: de los
tatuajes elaborados y las falanges seccionadas han pasado a las altas finanzas.
Dentro de un mundo donde reinan la corrupción, la traición y la venganza, sus
esfuerzos por llegar a la cima, o al menos sobrevivir, no tienen fin porque en
ese mundo no existen los héroes.
En Outrage el director japonés Takeshi
Kitano incursiona de nuevo en el Yakuza-Eiga o cine de yakuzas. Desde
los inicios de su carrera el tema del crimen organizado y sus tentáculos de
poder ha sido expuesto de manera diferente en cada incursión revelando una
mirada singular y en cierta medida paradójica.
En Violent Cop (1989) el inspector azuma enfrenta a la banda de Nito,
peligroso delincuente con aires de
empresario, terminando de manera desoladora cuando su compañero decide entrar a
la red de corrupción que azota el bajo mundo de Tokio. En Boiling Point (1990)
dos amigos están en conflicto con la mafia local entrando en contacto con un
decadente delincuente en Okinawa y culminando en el suicidio ante la
imposibilidad de la justicia. Sonatina (1993) y Hana Bi (1997) muestran cómo ante el poder casi absoluto de estos señores del crimen solo queda el
sacrificio y la entrega de la propia vida. Finalmente el verano de Kikujiro
(1999) explora desde la inocencia de un niño el mundo de un gánster ya en su
etapa de decadencia. Una sola línea une estas películas: crimen de poca monta,
un universo alejado del glamour
retratado por el mainstream norteamericano. Si el cine de Yakuzas es la
prolongación del Shambara o cine Samurái lo será desde la mirada de quien
entiende que la normalización de la violencia huye del héroe.
Outrage hace una apuesta más arriesgada,
muestra como la corrupción y los hilos del poder llegan hasta los estamentos
más altos de la sociedad.
Si en sus películas anteriores la disputa
se reducía al territorio del barrio, a la esquina o al negocio fachada, en esta ocasión la corrupción llega al gobierno y a las
emblemáticas super industrias japonesas.
Desde el primer plano secuencia vemos una notable
diferencia con el cine anterior de Kitano: lujosos automóviles, guarda espaldas
dispuestos en una posición ceremonial, trajes hechos a la medida y sobre todo
un cambio conceptual en las relaciones. Los Oyabun o jefes de familia ahora
serán llamados Presidentes y sus tácticas, aunque ilegales, se acercan más al
mundo de los negocios.
El estilo de Kitano se depura para
presentar esta nueva visión sobre el mundo del crimen. Largos planos secuencia,
momentos de silencio donde los personajes miran hacia el vacío, explosiones de
violencia y raccors fuera de tiempo y espacio, lo cual en el llamado modo
paramétrico de montaje configura una narrativa donde aparentemente causa-suceso
no tienen una conexión lógica, pero en últimas establecen un mundo donde el
honor está por encima de todo. Si bien Beat Takeshi en un principio fue comparado con el
magistral director norteamericano Quentin Tarantino sus violencias se
distancian diametralmente en lo conceptual. Mientras que en Tarantino la
violencia está inmersa en lo dialógico, en la palabra, en Kitano esta precedida
por el silencio y la inacción. El mundo interior de los personajes de cierra detrás de rostros inexpresivos y
frases enigmáticas. No sabemos prácticamente nada de los protagonistas aunque
algo es seguro: asistiremos a su muerte sacrificial.
La
desesperanza en un mundo corrupto, donde los juramentos, los lazos de
fraternidad y la amistad han quedado en
un segundo plano, da lugar a un sentimiento de empatía con el personaje. Al
igual que Erase una vez en América de Sergio Leone asistimos a la tragedia de
un personaje nacido fuera de tiempo, de un héroe que es capaz de sacrificar
todo por los suyos, y que al final será engullido por un nuevo mundo donde solo
importa cuánto dinero puedes generar para tu clan que a la larga abandonó los
valores guerreros de Bushido para abrazar el frío mundo del capitalismo y sus
símbolos de poder.
Álvaro Lozano Gutiérrez
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