“La muerte de un hombre no debe ser un
negocio, debe ser un ejemplo.”
Título original: Il grande silenzio.
Año: 1968.
País: Italia
Dirección: Sergio Corbucci.
Guion: Sergio Corbucci, Vittoriano
Petrilli, Mario Amendola, Bruno Corbucci .
Fotografía: Silvano Ippoliti.
Música: Ennio Morricone, Bruno Nicolai.
Reparto: Jean-Louis Trintignant, Klaus
Kinski, Luigi Pistilli, Marisa Merlini, Frank Wolff, Mario Brega, Raf
Baldassarre, Spartaco Coversi, Vonetta McGee.
Productora: Coproducción Italia-Francia.
Sinopsis: En la última década de 1800 (siglo
XIX), en la frontera entre México y Estados Unidos, una gran nevada obliga a los criminales a
dejar las montañas donde viven y bajar al valle. De esta situación se
aprovechan los cazadores de recompensas sin escrúpulos, que matan por unos
pocos dólares. Silencio, un pistolero solitario y mudo, es contratado por
Pauline para vengar la muerte de su marido a mano de los matones de Pollicut. A
su vez, tratará de oponerse a la matanza que tiene lugar en la zona
enfrentándose a Loco (Klaus Kinski), el más sanguinario de los cazadores de
recompensas.
Mas allá del bien y del mal...
Si un filme cuestiona el precio de un
hombre es “el gran silencio” de Sergio Corbucci (1968). Desde el principio del
género western la polaridad entre buenos y malos integró la narrativa de cada
una de sus películas: En centauros del desierto de John Ford (1956) el Indio
representa la otredad absoluta que incluso puede “contaminar” el bien que representa el proyecto
civilizador del hombre blanco. Rio rojo (1948) film de Howard Hawks encontramos
una alianza, especie de comunidad, enfrentándose al enemigo jurado: esta vez
serán mexicanos que incluso con la presencia constante del tema “el degüello”
recuerdan una lucha épica venida de lejos, de un hecho que inicia una lucha
ancestral y atávica: la toma del Alamo por el general Santa Ana.
El western al Italico modo traería
historias donde la justicia persigue implacablemente al crimen y la maldad. En
“la muerte tenia u precio” (1965) de
Sergio leone dos caza recompensas (Clint Eastwood y Lee Van Cleef) persiguen a muerte al Indio (Jean
Maria Volonté) para dar cuenta de su banda en el poblado mexicano de “agua
caliente” creando además uno de los Gaps cómicos más crueles de la historia del
cine: al finalizar la película el Manco (Eastwood) recoge los cadáveres en una
carreta pero falla al hacer la cuenta de las recompensas, de la nada sale el
último hombre de la banda de él Indio (Luigi Pistilli) quien será acribillado
inevitablemente. El coronel Mortimer
(Van Cleef) pregunta si hay algún problema, a lo que el Manco responde:
- Ninguno, solo no me cuadraban las cuentas.
De la misma manera películas como El
halcón y la presa (1966) de Sergio Sollima y Sabata, Oro maldito (1969) de
Frank Kramer vemos la figura del caza
recompensas ensalzada hasta el límite y contra puesta a la de los bandidos que una y otra vez caerán bajo
las balas de quienes representan la ley y el orden, es decir de quienes matan
bajo el amparo de la legalidad.
Estos junto a filmes como “Yo soy la
revolución” de 1966 de Damiano Damiani serán los que cuestionen los verdaderos
motivos del protagonista (ganar un “puñado de dólares”) y la presunta maldad de
los bandidos. El idealista general de la revolución agrarista muere en manos de
un buscavidas “gringo” que al final recibe su merecido de manos de “Chuncho” un
bandolero mexicano que ha despertado a la consciencia de clase viendo como es
maltratado su pueblo a manos del opresor extranjero.
En el Grande Silencio, Sergio Corbucci
reconstruirá totalmente la relación Bien-mal a través de dos personajes
emblemáticos: Silencio interpretado por Jean-Louis Trintignant y el tigrero
representado magistralmente por kaus Kinski. El primero es un asesino solitario
(común en todas las entregas del Spaguetti Western), mientras el segundo es un
cruel caza recompensas que se basa en engaños y crueles métodos para cumplir su
misión.
Pero mientras personajes como Sabata,
Sartana o el Manco representaban de alguna manera la legitimidad moral, Tigrero
mostrará la otra cara de la moneda. La vida de un hombre deja de valer cuando
tiene un precio, cuando sobre su cuerpo existe una recompensa y es indiferente
si se entrega vivo o muerto. Este hecho
es retratado maravillosamente por el comisario, interpretado por el actor Frank
Wolff:
- La muerte de un hombre no debe ser un
negocio, debe ser un ejemplo.
Durante el metraje de la película, que esta
vez se desarrolla en la aridez de la nieve, veremos a una banda de Outlaws, un
grupo de fuera de la ley, que esta vez no planean un golpe que los hará
súbitamente ricos o realizar el asalto definitivo. No, ellos solo desean
sobrevivir para legar a una admitía general concedida por el gobierno
Norteamericano. El agreste paisaje y el invierno hace que se acerquen a los
pueblos a buscar comida: el enemigo es ahora una banda de hombres famélicos y
desesperados, unos verdaderos “condenados de la tierra”.
Con unos paisajes bellamente retratados en
planos generales que contrastan con la rudeza y desesperación de los rostros de
los protagonistas, la película nos lleva de un lado al otro de la ley. La corpulencia de Tigrero, peón en definitiva
del banquero del pueblo, nos llevará a identificarnos y sentir empatía por la
banda de desesperados que son masacrados cruelmente al final. Silencio muere
intentando salvar a este grupo, y con él muere la posibilidad de convertir al
Oeste norteamericano en una tierra de paz y libertad. El salvaje oeste nunca
fue tan salvaje.
Álvaro lozano Gutiérrez.
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