Para mí, la comedia y la violencia tiene
muchas cosas en común. Así como se espera,
la comedia siempre se esconde detrás
de la más inesperada de las circunstancias.
Título original: Autoreiji Biyondo.
Año: 2012.
País: Japón.
Dirección: Takeshi Kitano
Guión: Takeshi Kitano.
Fotografía: Katsumi Yanagijma.
Música: Keiichi Suzuki.
Reparto: Beat Takeshi (Takeshi Kitano),
Toshiyuki Nishida, Tomokazu Miura, Ryo Kase, Hideo Nakano, Yutaka Matsushige,
Fumiyo Kohinata, Katsunori Takahashi, Kenta Kiritani, Hirofumi Arai, Sansei
Shiomi, Akira Nakao, Shigeru Koyama
Productora: Bandai
Visual Company / Office Kitano / Tokyo FM Broadcasting Co.
Género: Yakuza-eiga.
Sinopsis: Otomo sale de la cárcel dispuesto
a derrocar al clan Sanno, que lo dio por muerto años atrás. A esta venganza
personal se suma una guerra entre familias rivales y, también, la ofensiva de
las fuerzas de la ley contra el crimen organizado.
Si Outrage es una película consagrada a la
traición su segunda parte explora hasta las últimas consecuencias el tema de la
venganza. Otomo, su protagonista, se
revelará en la cinta bien avanzado el metraje y se muestra como un hombre que
habiendo salido de prisión solo quiere llevar una vida tranquila. Todo su clan ha sido devastado, su señor
asesinado, su honor perdido: es un Ronin, un Samurai sin Shogún. Su única
esperanza para sobrevivir es unirse a su antiguo enemigo quien intentó
asesinarlo en la cárcel.
Si bien en las dos entregas de la cinta
Kitano muestra un lado más glamoroso de la mafia japonesa, lo cierto es que
ofrece un panorama desolador del mundo político y económico en general. Los
tentáculos del crimen organizado han corrompido todos los estamentos de la vida
y en especial al Estado. La primera escena nos muestra un automóvil siendo
sacado del fondo de un rio, un policía ha sido asesinado, y posteriormente será
el secretario privado del primer ministro. En cinco años los clanes han
alcanzado un inmenso poder, pero ha sido conjugando el modelo criminal con
efectivas tecnicas de mercadeo.
Ya no importa si mueres por el Clan, solo
si produces dinero
Los miembros más antiguos se encuentran
desconcertados, su vida ha sido trazada por el honor, los pactos de Sake y una
vida comunitaria que daba seguridad a una época siempre cambiante.
Los nuevos jefes son contadores, hombres
frios que buscan solamente el beneficio y escalar en el poder, filtrar y con el
tiempo hacerse legítimos. Otomo, Igual que Aniki en Brother (2.000), es una
figura anticuada, atemporal que recuerda los valores de una sociedad ya
desaparecida y por esto mismo debe morir. Este viejo yakuza refleja una
generación llamada a ser leyenda. Su rostro refleja las viejas matanzas entre
clanes rivales, su mano derecha ha perdido un dedo por honor. Por esto ha
decidido partir, Tokio ya no es su ciudad.
El detonante que pone en movimiento otra
vez la historia es la tortura y muerte de los dos jóvenes yakuzas que en buena
parte del metraje lo han protegido y ahora constituyen su familia. Su venganza
contra los antiguos jefes ahora es un imperativo y comienza con una larga
escena donde una pelota de béisbol se convierte en un arma para consumar su
vuelta al camino de la violencia.
Si bien el estilo del director se mantiene
fiel a sí mismo hasta la última escena, Outrage Beyon nos trae sorpresas y
giros. Planos secuencia más depurados, conversaciones mínimas precedidas de
largos silencios y que dan paso estallidos de violencia. El personaje de
Ishihara , un policía aparentemente corrupto, pero cuyo único interés será
destruir a los clanes desde dentro con una sangrienta guerra. El final no puede
ser más paradójico, el antiguo yakuza no se inmola como sacrificio al mundo que
se ha ido, cede a la Hybris y asesina al policía que lo manipulaba, pero que en
realidad sirvió como instrumento para su
venganza.
Takeshi Kitano ha logrado crear un universo
en torno a su propia figura, algo solo comparable con Woody Allen o Nani
Moretti, con un estilo a contra corriente de los grandes maestros del cine
nipón y del Mainstream norteamericano. Minimalista en el uso de la cámara y los
diálogos, sus planos vacíos y largos silencios encierran un cine trascendente y
realista a la vez, violento y profundamente delicado, el crisantemo y la
espada.
Álvaro Lozano Gutiérrez.
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