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Álvaro Lozano Gutiérrez, nacido en Bogotá d. c. Colombia en 1978. Realizó estudios de filosofía en la Universidad Pontificia Bolivariana de Medellín. Desde el año 2010 hace parte del Colectivo Literario Surgente, Letras informales y el Cine Club Caldo Diojo. Actualmente se desempeña como docente de secundaria. Finalista en el Premio Nacional de Crónica Ciudad Paz (2018). Ganador del concurso de cuento corto latinoamericano (2017) con el relato ‘Esta tierra que habitamos’; y del Concurso Letras Diversas, Revista Goliardica (Medellín, 2001) con la crónica ‘La bohemia’. Finalista del concurso Bogotá en 100 Palabras con el relato "Encuentro". Colaborador habitual del Periódico Periferia Prensa Alternativa y del Taller de Formación Estudiantil Raíces TJER de la Universidad Distrital Francisco José de Caldas en Bogotá. Publicado en variados medios impresos y digitales en Colombia y América Latina.

martes, 7 de febrero de 2017

INSTRUCCIONES PARA ROBAR UN CELULAR.




Instrucciones para robar un celular: Primero debes saber que esto es un delito pero no un pecado, es decir estas ayudando a desconectarse a un parroquiano, acto que lo devolverá a su vida en el mundo de los seres reales, poniendote al nivel, sino de un revolucionario o un anarquista, si en el de un terrorista del sentido, aquel que por piedad le quita al otro lo que a bien ha tenido conseguir. Después debes elegir a la víctima, procura que sea un hombre algo elegante, una mujer que no tenga cara de histérica o un ama de casa que valore más volver a ver sus hijos que defender con su vida el consabido chechere tecnológico. Cuando lo reclames como propiedad tuya no le digas por su nombre, que eso puede restar peligrosidad a tu acto, llámale más bien bicho, celuco, torta, caja o con otros epítetos, que si bien pueden confundir a la víctima te ponen como un experto en el tema del timo, el robo, el cosquilleo, la vuelta o el golpe. Si bien el fulano (nombre técnico de la víctima) no se ha defendido durante el insuceso, debes correr sin mirar atrás, pues más vale ñero prevenido que presidiario rascando las paredes de una estación de policía. Y por último no dejes que la piedad te mueva y recuerda siempre que aunque este acto no te sacará de tu miserable pobreza si será suficiente para calmar el hambre que tú prosapia te ha legado.

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